Componentes de plásticos y cremas suponen una “amenaza
global" por sus efectos en la salud
Estas sustancias químicas simulan la acción hormonal y pueden provocar
enfermedades
Los disruptores endocrinos son unos compuestos químicos capaces de simular el comportamiento de las hormonas. Entre ellos están los ftalatos, empleados en la industria como ablandadores de plásticos, las benzofenonas, que se encuentran en los filtros ultravioletas de las cremas solares, los parabenes, usados para extender la caducidad de productos cosméticos como los champús, o el bisfenol A (BPA) presente en plásticos (policarbonato y resinas epoxi).
En los últimos años,
estas sustancias están siendo objeto de una atención creciente para determinar
sus implicaciones en distintas enfermedades, especialmente relacionadas con
problemas metabólicos. Ayer, el Programa
de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP por sus siglas en inglés) y la Organización
Mundial de la Salud anunciaron
el contenido de un informe
encargado a 16 especialistas para evaluar las evidencias científicas
relacionadas con los efectos de estas sustancias. Una de sus principales
conclusiones es que estos compuestos químicos son una “amenaza global” de la
que hay que estar pendiente.
El documento apunta la
existencia de unos 800 componentes
que causan o son sospechosos de producir alteraciones en la regulación hormonal.
Solo “una pequeña fracción” de ellos, advierten los investigadores, han sido
analizados para comprobar los efectos que provocan en la salud de las personas.
En 2002 se elaboró un
informe similar al presentado ayer. Entonces no se pudo ir más lejos de plantear
la “débil evidencia” que existía de que la salud se viera afectada
negativamente por la exposición a los disruptores endocrinos. Diez años
después, los resultados son radicalmente distintos. Los investigadores plantean abiertamente que
hay nuevos indicios que vinculan a estos compuestos quimicos con problemas
reproductivos (ya sea por infertilidad, tumores o malformaciones) o con efectos
sobre la tiroides, el funcionamiento cerebral, la obesidad y el metabolismo.
La actividad disruptora,
insisten, va más allá de alterar mecanismos de acción de los estrógenos y los
andrógenos o la actividad de la tiroides. Por ello, los especialistas
convocados por la OMS
y Naciones Unidas plantean posibles vinculaciones con problemas reproductivos
masculinos o femeninos (no solo en humanos, incluso los vinculan a caídas
demográficas de especies animales). Pero también hacen alusión a alteraciones
relacionadas con el desarrollo neuronal, desórdenes inmunitarios o metabólicos.
E incluso tumores vinculados con alteraciones hormonales, a pesar del
desconocimiento que, indican, existe sobre el origen de estas neoplasias.
Trabajos
previos ya habían mostrado
evidencias de que algunos de los disruptores hormonales están detrás de los
procesos de acumulación de grasa en el cuerpo
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