Localización de Cultivos Transgénicos en el Estado Español


 Publicada la localización de los cultivos transgénicos experimentales en 2013

Amigos de la Tierra, Access Info Europe, COAG, Plataforma Rural y Red de Semillas han publicado hoy el mapa con la ubicación exacta de los campos experimentales con transgénicos en el estado español. El Gobierno ha entregado esta información fuera del plazo legal.


Mas información en:  http://www.tierra.org/spip/spip.php?article1878

STOP Transgenicos

   ¡Posible aprobación de un nuevo y peligroso maíz transgénico para cultivo en Europa! 

La Comisión Europea se reúne mañana, miércoles, en Bruselas para tratar la posible autorización del cultivo de un maíz transgénico propiedad de la multinacional estadounidense Pioneer Hi-Bred. El maíz es resistente a un herbicida muy tóxico y las evaluaciones de riesgo realizadas incumplen la legislación. Amigos de la Tierra, Confederación de Consumidores y Usuarios, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, Eceologistas en Acción, Greenpeace y la Red de Semillas han dirigido una carta al Vicepresidente Joaquín Almunia solicitándole que se posicione en contra de la autorización.
El maíz transgénico conocido como maíz 1507 presenta dos modificaciones genéticas, por una parte segrega una toxina para combatir la plaga del taladro del maíz y además es tolerante al herbicida glufosinato. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) solo ha evaluado el riesgo del insecticida, pero no ha estudiado los impactos de la tolerancia al herbicida glufosinato, una sustancia clasificada como de toxicidad aguda en la Unión Europea.
La aprobación y el cultivo de este maíz tolerante al glufosinato implicaría un aumento de la aplicación de este herbicida, “aspecto que no se ha incluido en la evaluación de riesgo pese a ser una de las consecuencias inmediatas más peligrosas”, afirmó Blanca Ruibal responsable de Agricultura y Alimentación de Amigos de la Tierra. “La propia EFSA ha reconocido que este maíz puede perjudicar a mariposas y polillas. Pero no ha investigado otros impactos ambientales graves como los efectos en las abejas. Sería una temeridad por parte de la Comisión autorizar el cultivo, ya que no hay información contrastada para tomar una decisión”, concluyó Ruibal.
La empresa había demandado a la Comisión por el retraso en la autorización, el Tribunal General de la Unión Europea falló en septiembre a favor de Pioneer, por ello la Comisión debe tomar una decisión ya sea favorable o no a la autorización del cultivo.
Esta Comisión empezó su mandato con la polémica autorización de la patata transgénica de la empresa alemana BASF. Un cultivo que resultó ser un fracaso comercial hasta el punto de retirar la variedad del mercado. “La Comisión tiene ahora la oportunidad de aprender de sus errores. La agricultura europea no necesita transgénicos, ni son más productivos ni representan una solución a los problemas agrarios. Los campesinos y campesinas de Europa necesitamos que las autoridades europeas apuesten firmemente por una agricultura diversificada, respetuosa con el medio ambiente y de calidad”, señaló Andoni García representante de la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas.
España es el único país de la Unión Europea que cultiva transgénicos a gran escala, pese a la creciente oposición de la ciudadanía. Mientras, muchos países europeos han prohibido su cultivo, incluyendo las grandes potencias agrícolas como Francia o Alemania. “Los consumidores no quieren transgénicos en la alimentación. Ahora que las multinacionales biotecnológicas han comprendido esto y se están retirando del mercado europeo una autorización de un nuevo transgénico no tendría sentido desde ningún punto de vista”, declaró Ana Etchenique de la Confederación de Consumidores y Usuarios.

Mas información en: http://www.tierra.org/spip/spip.php?article1870

Evaluación de los Biofertilizantes Fitomas-E y Micorrizas Arbusculares

"En la tierra hacen falta personas que trabajen más y critiquen menos, 
que construyan más y destruyan menos, 
que prometan menos y resuelvan más, 
que esperen recibir menos y dar más, 
que digan mejor ahora que mañana".
Ernesto Che Guevara


Acaparamiento de tierras en América Latina

Entrevista a Cristóbal Kay, especialista en desarrollo y reforma agraria.
Sally Burch (ALAI)
El acaparamiento de grandes extensiones de tierras, conocido en inglés como land-grabbing, fenómeno que surgió principalmente en la última década y que se acentuó a partir de la crisis alimentaria del 2008, está transformando radicalmente la estructura agraria en el mundo, desplazando al campesinado y reforzando la agroindustria. En África y Asia, este fenómeno corresponde principalmente a acuerdos entre Estados, donde un gobierno acuerda la compra o arriendo de grandes extensiones –cien, doscientas mil hectáreas o más-, en otro país, para producir alimentos bajo su propio control y exportarlos, a fin de garantizar la seguridad alimentaria de su población.
En América Latina, sin embargo, el proceso ha asumido una característica distinta, según explica Cristóbal Kay, especialista en desarrollo y reforma agraria. Y es que en nuestro continente, no son otros Estados sino principalmente las grandes empresas translativas las que están invirtiendo en países vecinos. En entrevista con ALAI, Kay advirtió que, entre más avanza este proceso, más complejo se vuelve pensar en una reforma agraria en los países afectados.

Académico especializado en teoría del desarrollo, que estudió primero en Chile e Inglaterra, y hoy es profesor del Instituto de Estudios Sociales de La Haya, Cristóbal Kay nos recordó que en América Latina este fenómeno tiene sus raíces en la llamada década perdida de los años 80, con las políticas neoliberales. Cuando los Estados disminuyeron sus políticas de crédito y asistencia técnica al campesinado y bajaron los aranceles a la importación de alimentos, la economía campesina quedó marginada y muchos campesinos tuvieron que buscar otras formas de ingreso, cuando no acudir a la migración. En cambio los sectores rurales que salieron beneficiados fueron aquellos productores agrícolas capitalistas que tenían acceso a las inversiones y los conocimientos necesarios para entrar en los nuevos mercados de exportación, con nuevos productos como el brócoli, hortalizas, frutas, palma africana aceitera.

Este hecho, relata Kay, “cambió totalmente la estructura agraria, llevando hacía un proceso de concentración de tierras y, también, hacía un proceso de capitalización del agro… Se expandieron estas empresas agrarias, muchas veces incorporando a tierras campesinas, o deforestando la amazonia, llegando a nuevas fronteras agrícolas, creando también una serie de efectos negativos para la ecología de esos países”. Esta nueva estructura agraria funciona con mano de obra temporal, sin estabilidad laboral y con salarios muy bajos, o donde hay cultivos muy mecanizados, como la soya, crea muy poco empleo.  “En medio siglo, desde 1960 hasta 2010, el cultivo de la soya pasó de 260 mil hectáreas a más de 42 millones. O sea, se multiplicó varios cientos de veces”, señala el investigador.

Sigue nuestra conversación sobre estos temas, en la cual Kay nos contó cómo en América Latina el actual proceso de acaparamiento de tierras sigue parámetros novedosos a nivel mundial, puesto que se trata esencialmente de empresas latinoamericanas de un país que invierten en otro país latinoamericano.

CK: Son grandes compañías que ya controlan cincuenta mil hectáreas, o cien mil hectáreas, por ejemplo de Argentina; que hacen después inversiones en Paraguay, o Uruguay, especialmente para soja, o para pasto y ganadería. Y Brasil hace lo mismo: hay muchos empresarios agrícolas brasileños que ya hace como tres o cuatro décadas atrás, han comprado tierras en la parte oriental de Bolivia, en Santa Cruz, en las tierras bajas de Bolivia, y hoy en día controlan quizás un tercio de las tierras del Oriente boliviano.  Controlan como el 40 o 50% de la producción de soja de Bolivia.

Paraguay, es el caso más dramático.  En este país, casi dos tercios de toda la producción de soja es controlada por capitales, inversionistas, terratenientes, de origen brasileño -la mayoría-, pero también una parte importante de argentinos. Entonces se plantea allí un problema de soberanía nacional, porque gran parte de esas inversiones de compra de tierra por parte de los brasileños y los argentinos se da en la zona fronteriza con esos países.  Y, el cultivo de la soja es el más importante de Paraguay, entonces controlando dos tercios de la producción de soja -no tengo una cifra exacta-, pero es como controlar quizá el 40% de toda la producción agropecuaria de ese país, por parte de esos capitales latinoamericanos.

Ahora, muchos de esos capitales latinoamericanos están asociados con capitales internacionales.  Por ejemplo, con el famoso financista George Soros.  Soros tiene una empresa que financia las compras de tierras a través de una empresa en Argentina, y hace inversiones a gran escala, con grandes maquinarias.

Entonces, hay algunos capitales extranjeros, pero no es la fuerza motriz de este cambio; la fuerza motriz viene de los propios capitales de algunos países latinoamericanos.  Incluso países pequeños como Chile, que tiene cierta ventaja en la industria forestal. Hay un grupo forestal chileno que tiene más de un millón de hectáreas, de las cuales la mitad está fuera de Chile, en Argentina, Brasil y Paraguay.  Como ya no hay más tierras para reforestar en Chile, estos capitales chilenos invierten en otros países latinoamericanos, en los que todavía hay cierta abundancia de tierra.  Ahora, esto también tiene su impacto ecológico, especialmente con el monocultivo de eucalipto, que absorbe mucha agua, y el pino; y entonces no se puede cultivar después, es muy difícil volver a usar la tierra para otro uso agropecuario.

ALAI: Estas inversiones en tierra, ¿están vinculadas también a la especulación del sector financiero?

CK: Sí, porque la ventaja es que la tierra no pierde su valor, es una buena inversión fija, especialmente si los precios agropecuarios siguen subiendo, y es muy probable que los precios agrícolas nunca van a bajar de nuevo a los niveles pre-crisis del año 2008.  Pero la especulación viene más bien con estos nuevos cultivos, como decía, la palma aceitera, palma africana, con la soja y también con la caña de azúcar.  Estos tres cultivos se pueden llamar ‘cultivos comodín’.  Un colega de La Haya, Saturnino Borras, lo llama ‘flexcrops’, que se puede traducir al castellano como ‘cultivo comodín’, porque se los puede dedicar a varios usos, ya sea como aceite, ya sea como comida, o para biocombustible.  Y allí viene la ventaja, es decir, depende de los precios de los alimentos: si están bajos, dedican la caña de azúcar o la soja al etanol.  Entonces especulan de acuerdo a cómo van los precios internacionales para cada uno de los productos.  Eso le da esa flexibilidad al capital, y el capital siempre trata de maximizar la ganancia y la renta, usando los mercados internacionales.

ALAI: ¿De toda esta situación que acaba de describir, cómo ve las implicaciones a futuro? ¿De qué hay que preocuparse? ¿Qué alternativas podrían plantearse frente a esa situación?

CK: Estos nuevos capitales que acaparan tierras, extensiones de 100 mil hectáreas, y algunas llegando hasta a 1 millón de hectáreas, son cantidades de tierras inimaginables históricamente, van mucho más allá del antiguo latifundio.  La diferencia es que son capitales no exclusivamente agrarios, sino que muchos de estos nuevos inversionistas vienen de la agroindustria, de la industria forestal, de la industria del procesamiento de la caña de azúcar, de la palma africana.  O incluso, en el caso de capitales extranjeros, de capitales mineros o financieros; y capital comercial, incluso hay supermercados que invierten. Entonces, ya no es solamente un capital agrario, sino un capital que se origina de varias fuentes, que controla la cadena productiva. Es como toda una cadena de valor que está totalmente integrada y controlada por ese capital corporativo, que tiene tremendo poder, porque conoce el mercado internacional, tiene acceso a las últimas técnicas productivas, tiene la capacidad de financiar maquinaria, cosechadoras e industrias procesadoras.

Frente a eso, a un mercado libre, los gobiernos no tienen la capacidad de negociar o de buscar acuerdos más favorables para los países.  Hay quizá algunas restricciones menores.

En cuanto a las implicaciones de este proceso, como ya mencionaba, desplazó a ciertos sectores campesinos, creó conflictos con pueblos indígenas, tal cual lo hacen algunas inversiones mineras, aunque estos casos son menos conocidos.  Y es que en muchas de esas zonas que los gobiernos dicen que están vacías, que son tierras estatales, ya había poblaciones locales, indígenas, que estaban radicadas en esas zonas, y que con estas inversiones van siendo desplazadas.

En el tema de qué visión del futuro, pensando especialmente si uno quiere hacer una reforma agraria, yo creo que hoy en día es más complejo realizar una reforma agraria, porque el campesinado ya no enfrenta al antiguo señor feudal con el cual tenía una relación patronal clientelar. Pero había un enemigo claro -por así decirlo- con el cual uno podía realizar su lucha social: contra los patrones, contra los terratenientes que habían estado en esa zona hace siglos ya, desde la colonia, con el antiguo latifundio.  Ahora son grupos inversionistas, muchas veces sociedades anónimas.  Entonces, ¿cómo tener una política para tratar de expropiar o redistribuir la tierra, frente a un capital que puede vender las tierras fácilmente o moverse a otro lugar?

Además, ahora ya no se trata de expropiar tierra improductiva, no cultivada, como antes con el latifundio. No, estas son empresas capitalistas, con grandes inversiones de alta productividad, de alta tecnología, totalmente integradas al mercado internacional; entonces también los gobiernos son muy reacios a tocar a esas empresas.

Por lo mismo, hoy las reformas agrarias tendrían que ser mucho más participativas, tendrían que tener en mente las necesidades de las comunidades indígenas, tener una opción también de género, de incorporar a las mujeres en el proceso de la reforma agraria, lo que no se hizo en la reforma agraria de las décadas de los 50, 60 y principios de los 70, y también, por supuesto, tener toda una visión ecológica, que en la reforma agraria de los 50 los 60 no existía. Entonces, con toda esta nueva situación, es mucho más complejo tener un programa real, masivo de reforma agraria.

Consecuentemente, para enfrentarse a esos grandes conglomerados, como Monsanto, la lucha social ahora tiene que ser de un movimiento también transnacional.  Como, por ejemplo, es el caso de la Vía Campesina.  Hay que tener un movimiento campesino que esté interconectado e interrelacionado y que se globalice, se transnacionalice, aunando esfuerzos en cada país con esa lucha, más bien global, contra los transgénicos, contra el gran capital financiero y planteando sus propuestas a nivel de la comunidad internacional -a través de las Naciones Unidas, como la FAO, etc., porque es allí donde se mueven las fuerzas políticas.

Y aliándose con los movimientos ecologistas, con los movimientos que quieren mantener la biodiversidad genética, con los movimientos que van contra los supermercados, los movimientos que quieren fortalecer los mercados locales, las culturas locales, por un paisaje que no sea de monocultivo, etc. Allí, aunando esfuerzos entre sectores rurales con sectores sociales urbanos, crear una alianza política transnacional, para lograr cambiar este modelo de monocultivo y depredador.  Es una visión, pero por suerte que hay varios pasos intermedios para lograr eso.

Agricultura y Alimentación, Nombre de Mujer

Esther Vivas 
Cuando hablamos de agricultura y alimentación, pocas veces hacemos referencia al papel clave que las mujeres han tenido y tienen en la producción, la distribución y el consumo de los alimentos. Como todo trabajo de cuidados, la comida ha quedado relegado al baúl de los invisibles. Pero, la agricultura y la alimentación tienen nombre de mujer, y es imprescindible visibilizar y dar valor a lo que comemos y a cómo comemos, señalando que esto es cosa de todos.
El cultivo de los alimentos, especialmente las huertas a pequeña escala, ha sido tradicionalmente un trabajo femenino. En los países del sur, todavía hoy, entre un 60 y un 80% de la producción de la comida se encuentra en manos de las mujeres. A pesar de esto, son las mujeres y las niñas, según datos de la FAO, las que más pasan hambre: un 60% del hambre crónica las golpea de lleno. ¿Por qué? Las mujeres trabajan la tierra, la cultivan, recolectan los alimentos, pero no tienen acceso a su propiedad, al crédito agrícola… y, consecuentemente, no reciben el fruto de lo que producen.
Pero no hay que ir a los países del sur para ver que el modelo agrícola y alimentario actual tiene un impacto negativo en las mujeres: aquí, cuántas campesinas han trabajado toda la vida en el campo y, en cambio, no han constado nunca en ningún papel, no han cotizado a la seguridad social. Vivimos en un sistema patriarcal que invisibiliza y no valora el trabajo de las mujeres. La agricultura y la alimentación son un ejemplo claro.
El modelo agroalimentario actual es irracional, no sólo porque se basa en alimentos kilométricos, cuando podríamos consumirlos de proximidad; acaba con la agricultura local, en lugar de defender un mundo rural vivo; apuesta por unas pocas variedades agrícolas, cuando se pueden recuperar tantas semillas antiguas; es adicto a los pesticidas y los transgénicos, con lo que ello implica para nuestra salud y la del planeta, en vez de invertir en agricultura ecológica … sino que, además, condena al hambre y al anonimato a las que tienen un papel central en la producción de la comida: las mujeres.
Cuando hoy emergen alternativas a una agricultura industrial e intensiva que ha fracasado, en ellas las mujeres tienen un papel central. Nueva agricultura y en femenino es la que encontramos en muchos lugares del territorio, donde mujeres campesinas, a menudo jóvenes, se ponen delante de la finca y apuestan por otra agricultura y alimentación que sitúa en el centro a las personas y a la tierra. Grupos y cooperativas de consumo en el que las mujeres tienen un peso clave. Experiencias de aprovechamiento y reciclaje de la comida, “fogones móviles” y cocinas populares, con mujeres al frente. Huertos urbanos, que ocupan solares y terrenos abandonados, con una presencia femenina importante.
Alternativas que reivindican la soberanía alimentaria, la capacidad de decidir, nosotros (campesinado y consumidores), sobre lo que se cultiva y lo que se come. Una alternativa que debe ser necesariamente feminista y apostar por la igualdad de derechos, reivindicando el acceso a los medios de producción de los alimentos (tierra, agua y semillas) en igualdad de condiciones, tanto para hombres como para mujeres.
Al recuperar el interés por lo que comemos, de dónde viene, cómo ha sido producido… damos valor, de nuevo, a algo tan esencial como la agricultura y la alimentación. La compra de la comida y la cocina en casa sigue siendo, en buena medida, territorio de mujeres. Un trabajo, a menudo, ni reconocido ni valorado, pero imprescindible, que sostiene el trabajo productivo, que sí valora el capital. Señalar su importancia, hacer que cuente, y dejar claro que es responsabilidad de todas y todos es el primer paso para empezar a cambiar las cosas y hacer que nuestras vidas sean más justas, sanas y, en definitiva, vivibles.